jueves, 10 de septiembre de 2009

El Espolón de los Navarros (2)

Panorámica de Pirineos desde la cima del Espolón
Otra vez en el Espolón de los Navarros. ¿Por qué repetir vía si hay un montón de ellas por hacer? Me preguntó Chema cuando le propuse el plan hace un par de findes. Sé que la respuesta no es compartida por la mayor parte de la gente que conozco que escala, pero la aventura, la incertidumbre de no saber qué te vas a encontrar no son aspectos de la escalada que me motiven, sino todo lo contrario. Yo soy un cagadete y me agarroto en las escasas ocasiones en que voy de primero en una vía desequipada sólo de pensar que a lo mejor unos metros más arriba hay algún paso superior a mis posibilidades: ¿y si no encuentro nada para autoasegurarme? Es una cuestión de falta de confianza en mí mismo, tanto técnica como físicamente. Así que repetir una estupenda vía que se encuentra en mi máximo de dificultad es una estupenda manera de aumentarla. De hecho la siguiente pregunta que me hizo Chema fue si seríamos capaces de hacer semejante vía. Él nunca había habierto ningún largo de V+ en vías desequipadas y yo, tampoco. Pero él no ha parado en todo el verano de hacer vías en todas partes y yo tenía un recuerdo bastante asequible de la vía, así que le contesté que sí sin dudarlo. Mi duda no era si podríamos salir por arriba o no, sino si yo podría tirar de primero cualquier largo de la vía. El año pasado la hice practicamente entera de 2º y tenía ganas de probar si podría escalarla de verdad. Chema aún así no las tenía todas consigo y propuso salir el sábado por la tarde para ir a dormir al párkin y reservar esas horas ganadas de carretera para cualquier eventualidad en la vía.
Para no repetir las mismas fotos, croquis, información general de la vía, etc. el que esté interesado puede consultar la piada del año anterior. Releyéndola antes de escribir ésta he visto bastantes diferencias.
-La más evidente es la falta de nieve: el año pasado fuimos en junio y aún quedaban importantes neveros a pie de vía, en el paso horizontal y especialmente en la canal de bajada, mientras que este año al ir en agosto ya no quedaba absolutamente nada, de tal forma que la cómoda bajada del año pasado por nieve blanda se transformó esta vez en un pesado descenso por un monótono canchal.
-Físicamente me he encontrado mejor esta vez y llegamos a pie de vía media hora antes que el año pasado, aún así fui todo el camino detrás de Chema y éste tenía que esperarme de vez en cuando.
-El tiempo que tardamos en hacer la vía ha sido bastante mayor., de 6 a 9h, una pequeña diferencia. Esta claro que el no contar en la cordada con un escalador más fuerte que nos resuelva los pasos difíciles conlleva un incremento del tiempo tan notable. Hasta la mitad de la vía fuimos subiendo más o menos en los tiempos que hice el año pasado: 4h y media. Pero cascamos en los dos últimos largos: tardamos 2h en cada uno. Llegamos al coche con las últimas luces, de hecho casi no cogimos ningún atajo de bajada porque no veíamos apenas el suelo y no teníamos ganas de sacar las frontales de nuestras mochilas. En total: 15 h de coche a coche (salimos a las 6:30 de la mañana y volvimos a las 21:30).
-El recuerdo de que era una vía disfrutona se disipó a los pocos metros de empezar a escalar de primero: ¡anda que no cambia la cosa cuando vas con la cuerda por arriba!!!!
-La vía está más equipada de lo que recordaba, sólo en el primer largo hay 7 clavos. No hay ningún paso duro que no esté bien protegido por uno o dos clavos. A pesar de todo esto hubo algún largo en el que me quedé sin cintas debido a la cantidad de seguros que metí. Así de justo pasé. Los únicos largos que no están equipados son los dos más sencillos: el 2º y 5º. Todas las reuniones tienen dos clavos unidos por cordinos, excepto las dos últimas que tienen dos clavos bastante alejados y hace falta un largo cintajo de reunión.
Al llegar a pie de vía me encontré con la primera sorpresa: hay dos repisas herbosas, tras un momento de duda acerté en la elección, la buena es la 2ª.
Chema a pie de vía con los Pirineos de fondo
Le pedí a Chema que abriera él el primer largo porque tenía unos recuerdos bastante malos de este tramo de la vía a pesar de que no es está cotado como el más difícil, V. Empieza por una pared verticalilla atravesada por una fisura ciega sin muchos agarres protegida por 3 clavos, el último marca el punto donde hay que desviarse a la izquierda para ganar una fisura-diedro y salvar el potente techo. Es este el tramo que no deja de impresionarme a pesar de tener 4 clavos y de que se deja proteger bien. Pensé que después de mi experiencia galayar lo pasaría mejor, pero no fue así. Quizá es que me pilla frío, quizá. Para llegar a la primera reunión hay que subir una corta pendiente de hierba.
Chema en varios puntos del L1: en los primeros metros, en la pequeña travesía y en el diedro
El 2º largo es el más fácil de todos y me tocó a mí abrirlo de nuevo: una pequeña travesia a la izquierda hasta un clavo con un cordino blanco te deja al comienzo de un diedro que empieza bastante vertical pero en seguida pierde dificultad. A pesar de todo subo con precaución y un poco de estrés, aún no me había concentrado en la escalada. Este corto diedro termina en una corta pradera que hay que subir para buscar a la derecha la reunión.
Chema en el primer paso difícil del L3
El siguiente largo es un poco incierto, pero hay un cintajo blanco nada más empezar y algún clavo más adelante. Tiene un par de pasos delicados: uno en el primer clavo y otro al llegar a la R.
La chimenea del L4
Tenía bien aprendida la lección para el próximo largo y a pesar de todo en un primer momento pensé en tirar a la izquierda porque parecía más sencillo, pero resistí la tentación y sin mucha convicción tiré por la vertical chimenea justo encima de la reunión. Había venido aquí para comprobar si podía repetir de primero cualquiera de los largos que el año pasado subí de 2º y no era hora de echarme hacia atrás. Procuré acordarme de las veces que me había asustado la verticalidad de las paredes de Galayos y antes de empezar a escalar intentaba convencerme de que esta vez la verticalidad no me iba a engañar de nuevo. Tras los primeros nervios y miedos me sorprendí a mi mismo ya a varios metros de la reunión, concentrado en los pasos, en la búsqueda de buenos sitios para colocar friends o empotradores, disfrutando de la chimenea que se dejaba subir mucho más fácilmente de lo que aparentaba y casi sin darme cuenta llegué a la siguiente reunión.
Chema en el L4 sacando a relucir el mismo estilo sutil
a la par que elegante del que hace gala Abel

Es una tirada muy cortita, apenas 15-20 m, pero lo había hecho.
El 5º largo sigue por un diedro tumbado un poco cabroncete y tiene como único seguro un cintajo en un pasito algo delicado. Hay una fisura amplia para protegerse si se llevan friends grandes, camalot del 3, que no era nuestro caso. El largo continua por unas gradas bastante rotas con ligera tendencia hacia la derecha en busca la 4ª R a pie de pared. Aún estaba la cinta amarilla de Abel, pero sin los mosquetones. Alguien había agradecido el regalo y había cortado la cinta y la había anudado a los clavos. Me imaginé que Abel no querría recuperarla en ese estado y la dejamos allí.
Chema en la R5 con el cintajo de Abel
Hasta aquí habíamos subido bien, habíamos empezado a escalar a las 9:20 y eran las 14:00. Sólo nos quedaban dos largos y pico, casi teníamos ya la vía. Pero aquí es donde empieza lo duro de verdad de la vía. Esa parte que "tanto" había disfrutado la vez anterior. ¡Qué traicioneros son los recuerdos! Y aquí es donde empezamos a reventar el horario.
A medida que me iba enfrentando a los pasos, los iba recordando y cada vez se mi memoria se iba volviendo más realista. Primer recuerdo real, la salida de la R, no encontraba la forma de elevarme esos primeros metros hasta la pequeña repisa. Esta vez, sin embargo, no tuve que buscar mucho, el paso salió enseguida. Esto iba bien. Busqué los primeros clavos a lo largo de un diedro que termina en un techito. Llegar hasta ellos requirió más decisión. Me quedé con todo el cuerpo empotrado en un reposo debajo del techo, mientras oía perfectamente los latidos de mi corazón a mil por hora. En cuanto me tranquilicé, empecé la travesía hacia la derecha. para buscar otro diedro. Y enseguida llegaron de nuevo los recuerdos, la exposición del paso. Iba acojonado, pero en ningún momento pensé en bajarme. Hay un puente de roca antes del paso al que podría haber echado un cintajo, pero los nervios del momento me impidieron pensar siquiera en eso. Cuando superé el paso, pensé que ya tenía el largo, pero no, el largo continuaba por diedros verticales que me obligaron a moverme continuamente de uno a otro, de tal manera que las cuerdas terminaron hechas un lío. Por fin llegué al extraplomo que da paso a la reunión. Vuelta a pararme para estudiarlo y para hacer acopio de decisión. Al final opté por poner un estribo y con los nervios ni siquiera pensé en utilizar la fifi que llevaba en el arnés. y me desgasté más de lo que hubiera debido. ¡Ay los nervios! Chapé un cintajo roñoso un par de metros más arriba y salí a una pequeña repisa herbosa que yo recordaba como el emplazamiento de la 5ª reunión. Pero allí no había clavos. Un poco más arriba había un cintajo en un puente de roca, luego un clavo y luego otro bastante alejado hasta llegar a lo que parecía otra repisa 10 m más arriba. Subí, la repisa no era tal y allí tampoco había reunión montada, así que volví a bajar y empalmé como pude los dos alejados clavos. Total, 1h para un largo. Pero estaba enormemente contento. Aún no me podía creer que lo hubiera hecho, que hubiera sido capaz de superar un largo tan mantenido. Desde luego no lo disfruté como el año pasado, pero la satisfacción tampoco fue la misma. Había tardado mucho, es cierto, pero ya quedaba sólo un largo. El problema es que Chema tardó también 1h en hacerlo de 2º. Estuvo mucho tiempo para hacer la travesía del comienzo porque las cuerdas le obligaron a hacerla un par de metros más abajo de donde yo había pasado. Me acordé entonces del puente de roca y me maldije por no haberme dado cuenta. Con el recuerdo aún bien presente de lo que nos había sucedido a Rubén y a mí en Galayos, empecé a prepararme psicológicamente por si Chema subía muy cascado y no se animaba a tirar el siguiente largo.
Chema llegando a la R6
Pero Chema asumió el compromiso y aunque empezó dubitativo, este último largo le había quitado toda la confianza que había demostrado desde el principio, luego prosiguió con más ritmo, primero por el diedro y luego por la placa derecha hasta que desapareció de mi vista y entonces de repente se paró.
Chema en el L7, saliendo del diedro
Después de un buen rato me gritó que le daba culete cierto paso y que iba montar reunión reforzando un clavo. Me imaginé dónde estaba. Subí hasta un hombro mientras me apremiaba que fuera más rapido porque estaba en un sitio bastante incómodo. Y por fin pude verle. El pobre estaba colgado justo debajo del último extraplomo, a escasos 4 m de la reunión, en una especie de chimenea poco profunda. Y no paraba de lamentarse por no haber acabado el largo, por el follón que se estaba montando, etc. Yo la verdad es que le entendía perfectamente porque estas cosas me suceden constantemente pero con los papeles cambiados: soy yo el que suele meterse en esos berenjenales y luego no puede salir. Me indicó perfectamente cómo veía él que tenía que ser el paso (básicamente conseguir subir un pie hasta un resalte muy pequeño y fiarse de él; no había más presas para los pies), hice tal y como él me dijo y salí sin más problemas. Hasta yo me quedé acojonado, no podía ser tan fácil. El año pasado Abel se partió la caja mientras me veía todos los intentos que hacía por superar ese paso. Chema seguía dándose de cabezazos al ver realmente lo cerca que se había quedado de la R.
Chema llegando a la R7
Los dos clavos están muy separados así que tocó de nuevo buscar una cinta larga para unirlos y empecé a recoger los 50 m de cuerda que no había utilizado. Aquí se nos fueron otras dos horas y pico.
Chema detrás del frigorífico en el escape
Después de discutir un rato las opciones que teníamos, Chema se decidió a buscar el escape que Abel me había dicho que existía: se sigue por la repisa hacia la izquierda y pasados unos cuantos metros después del enorme "frigorífico" que la bloquea, se sigue por una suave pendiente hasta la cima (III). Habíamos tardado la friolera de 9h, pero teníamos la vía.
Chema en la cima ¿emulando a Karate Kid?
Después de los abrazos, la comida y las fotos empezamos el regreso, siempre con el apremio de que se nos echaba encima la noche: el paso horizontal limpio de nieve, la pesada pedrera de la canal y llegamos hasta la mochi. Nuevo descanso, más choricito y queso y a seguir bajando, cansado, pero con una sonrisa de oreja a oreja.
Creo que aún repetiré alguna vez más esta vía que lo tiene todo para mí: tranquilidad (no la hace nadie), algo de emoción (roca mediocre, mucho patio, algunos pasos de apretar) y un paisaje increíble. Y aún tengo un reto: hacer yo el primer largo.

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